lunes, 17 de noviembre de 2014

¿POR QUÉ QUEREMOS TAN POCO A ESPAÑA?


Ahora que muchos andan preguntándose si es federal, nación de naciones, si el desayuno para todos nos arruinó la tostada, si ya no llega para tanto café, si algunos quieren magdalenas y otros se conforman con un solo y ya... Ahora, en este momento, me ha dado por pensar en España, en mi país, en el que cantaba Ana Belén como "camisa blanca de mi esperanza".  Y lo hago, desde en medio -y no me refiero solo a Madrid-. Digo que soy equidistante de los que ponen la bandera en todo y los que no la pondrían en nada; de los que siempre la sintieron suya porque fueron vencedores y de los que no consiguieron acabar de reconciliarse con ella, después de haberla tenido como enemiga durante más de cuarenta años. En mi familia hay vencidos y vencedores y nadie ganó.

España... ¿Por qué se quiere o no al país de uno? Por lo que te da, por lo que te dio, por lo que significa, por lo que se espera que sea y un millón de posibles porqués más. 

Yo no la quiero tanto como me gustaría porque no estoy orgullosa de nuestra transición. Sí de que no se dieran tiros. No de que ahí siga, tal cual estaba, con su Valle de los Caídos incluído. La Ley del Olvido es difícil de digerir incluso para los que no tenemos rencores pero es que, para los que tienen duelos de por medio, debe de ser indigerible sin símbolos, sin pruebas de que, al menos, se muestra respeto por la otra parte. No sé si hay que desenterrar todos los muertos. Y menos ahora que no hay dinero ni para los vivos. Pero no haber tenido la decencia de erigir monumentos al dolor de los que se prentendía el olvido es no ser muy listo ni entender nada de compasión. 

También me hace perderle cariño la falta de políticas comunes, de acuerdos de mínimos que hagan país. Que, por ejemplo, las políticias sanitarias no se compartan me parece inconstitucional. Que un niño nacido en una comunidad tenga derecho a una prueba de diagnóstico de una enfermedad rara que podría salvarle la vida a la larga en un sitio y no a pocos kilómetros debajo de la misma bandera, me parece, directamente, antipatriota. Que no estudiemos la misma historia de España porque no nos hemos puesto de acuerdo sobre ella es alucinante.

Entiendo bien, la idea de varias culturas conviviendo, de cada lugar autogestionándose; la política local bien hecha, sin duda es la que mejor puede hacerse. Pero no entiendo que hayamos perdido los mínimos que nos hagan sentir unidos en algunas cosas. Las políticas sociales dispares alimentan la desigualdad nacional. 

Y es que aquí, no es que haya competencias cedidas. Es que cada uno ha hecho lo que le ha dado la gana: las autonomías que decidieron aplicar o no la ley de dependencia y se buscaron la vida para retrasarla hasta hacerla desaparecer; las que no aplicaron la Educación para la Ciudadanía o llegaron a aplicarla en inglés; intenta abortar en Navarra..  Parece más un cachondeo que un país.

En la situación actual, la capacidad de patriotismo de los no patrioteros tiende a ser absorvida por el cero.. Cómo amar a un país que abandona a los que más le necesitan de esta manera. No ha llegado, ni parece que vaya a llegar ya, más que como reclamo electoral, un plan serio de contingencia para los casos de pobreza energética, alimenticia, extrema que se han disparado en número. Pocos son los que quieren a quien no les corresponde ni ante la necesidad. Locos de amor les llaman.

Mirar al futuro tampoco ayuda. No nos veo construyendo nada que no sea tratar de pagar la deuda y seguir viviendo del sol y playa. 

En política parece que llega el dreamteam, la roja, los jóvenes, la savia nueva y ojalá. A ver si empiezan a generar amor a la patria después de tanto desamor, tanta falta de respeto y tanta pena.

España -aunque me suene ridículo es cierto- me gustaría quererte más.

1 comentario:

  1. Igual el problema está en que son varios países, como en el Reino Unido, y no uno. Si se empieza por ahí quizás...

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