Ahora que muchos andan
preguntándose si es federal, nación de naciones, si el desayuno para
todos nos arruinó la tostada, si ya no llega para tanto café, si algunos
quieren magdalenas y otros se conforman con un solo y ya... Ahora, en
este momento, me ha dado por pensar en España, en mi país, en el que
cantaba Ana Belén como "camisa blanca de mi esperanza". Y lo hago,
desde en medio -y no me refiero solo a Madrid-. Digo que soy
equidistante de los que ponen la bandera en todo y los que no la
pondrían en nada; de los que siempre la sintieron suya porque fueron
vencedores y de los que no consiguieron acabar de reconciliarse con
ella, después de haberla tenido como enemiga durante más de cuarenta
años. En mi familia hay vencidos y vencedores y nadie ganó.
España...
¿Por qué se quiere o no al país de uno? Por lo que te da, por lo
que te dio, por lo que significa, por lo que se espera que sea y un
millón de posibles porqués más.
Yo
no la quiero tanto como me gustaría porque no estoy orgullosa de
nuestra transición. Sí de que no se dieran tiros. No de que ahí siga,
tal cual estaba, con su Valle de los Caídos incluído. La Ley del Olvido
es difícil de digerir incluso para los que no tenemos rencores pero es
que, para los que tienen duelos de por medio, debe de ser indigerible sin símbolos, sin pruebas de que, al menos,
se muestra respeto por la otra parte. No sé si hay que desenterrar todos
los muertos. Y menos ahora que no hay dinero ni para los vivos. Pero no
haber tenido la decencia de erigir monumentos al dolor de los que se
prentendía el olvido es no ser muy listo ni entender nada de compasión.
También
me hace perderle cariño la falta de políticas comunes, de acuerdos de
mínimos que hagan país. Que, por ejemplo, las políticias sanitarias no
se compartan me parece inconstitucional. Que un niño nacido en una
comunidad tenga derecho a una prueba de diagnóstico de una enfermedad
rara que podría salvarle la vida a la larga en un sitio y no a pocos
kilómetros debajo de la misma bandera, me parece, directamente,
antipatriota. Que no estudiemos la misma historia de España porque no
nos hemos puesto de acuerdo sobre ella es alucinante.
Entiendo
bien, la idea de varias culturas conviviendo, de cada lugar
autogestionándose; la política local bien hecha, sin duda es la que
mejor puede hacerse. Pero no entiendo que hayamos perdido los mínimos
que nos hagan sentir unidos en algunas cosas. Las políticas sociales
dispares alimentan la desigualdad nacional.
Y
es que aquí, no es que haya competencias cedidas. Es que cada uno ha
hecho lo que le ha dado la gana: las autonomías que decidieron aplicar o
no la ley de dependencia y se buscaron la vida para retrasarla hasta
hacerla desaparecer; las que no aplicaron la Educación para la
Ciudadanía o llegaron a aplicarla en inglés; intenta abortar en
Navarra.. Parece más un cachondeo que un país.
En
la situación actual, la capacidad de patriotismo de los no patrioteros
tiende a ser absorvida por el cero.. Cómo amar a un país que abandona a
los que más le necesitan de esta manera. No ha llegado, ni parece que
vaya a llegar ya, más que como reclamo electoral, un plan serio de
contingencia para los casos de pobreza energética, alimenticia, extrema
que se han disparado en número. Pocos son los que quieren a quien no les
corresponde ni ante la necesidad. Locos de amor les llaman.
Mirar
al futuro tampoco ayuda. No nos veo construyendo nada que no sea tratar
de pagar la deuda y seguir viviendo del sol y playa.
En
política parece que llega el dreamteam, la roja, los jóvenes, la savia
nueva y ojalá. A ver si empiezan a generar amor a la patria después de
tanto desamor, tanta falta de respeto y tanta pena.
España -aunque me suene ridículo es cierto- me gustaría quererte más.
Igual el problema está en que son varios países, como en el Reino Unido, y no uno. Si se empieza por ahí quizás...
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